domingo, 15 de mayo de 2011

De donde venimos...

Mi viaje de cumpleaños me llevó por cuatro países en casi tres semanas. Primera etapa del viaje: La frontera entre Francia y Suiza, cerca de Ginebra.

Suiza es como las postales que llegan de ahí, limpia, ordenada, prolija. Nada fuera de lugar. Nadie habla en voz demasiado alta. La gente es atenta y correcta. Nadie es demasiado efusivo ni demasiado parco.

Segunda etapa del viaje: Italia. Norte de Italia. Y a pesar de ser el norte de la península, se nota desde la llegada que es territorio más familiar: las reglas son optativas, electivas, como los adicionales de los autos. La gente es infinitamente más ruidosa. Las calles no parecen campos quirúrgicos. Los autos no paran en las sendas peatonales para dejarte pasar...

Y vuelvo a darme cuenta, y esta vez lo veo con más claridad que nunca, que los argentinos somos hijos de los tanos. No hay dudas. No nos pueden negar, como nosotros no podemos negarlos...