De la misma manera como todo sistema, hay ciclos, buenos y malos. El año pasado parecía que mi vida iba directo al estrellato, para luego aparecer directamente estrellada. Apenas un par de meses entrado el 2011, el universo me mandó un mensaje clarito: Nena, aprovechá siempre de los buenos momentos, porque todo termina. Lo bueno y lo malo.
Otra cosa que aprendí este último tiempo, a fuerza de buscar la estabilidad, la constancia, es que lo único constante es: EL CAMBIO. Y ya a estas alturas debería haberlo aprendido… Y los ciclos no son posibles sin el cambio. Si no hay movimiento, no hay progreso, no hay avance, no se llega a ningún lado.
Así que, en medio de esta nueva ola positiva, me agarro fuerte a mi tabla, barreno un poco entre las olas, y me preparo para deslizarme, dejar que el mar salpique mi cara, aprovechar los rayos del sol mientras se puede, y cuando la ola una vez más me pegue una revolcada, porque sé que lo va a hacer… tendré el recuerdo del calor en mi piel, el sabor salado en los labios y el vértigo de cortar esta pared mojada con una mano, mientras avanzo por un túnel azul hacia la luz…