Escribir siempre
fue para mí una salida catártica a mis problemas. De chica, cuando algo no
andaba bien en casa, de adolescente cuando los amores ya comenzaban a ser
difíciles, de grande cuando la vida se pone densa o demasiado hermosa…
En los últimos
dos años pasé por todo: creer que había finalmente encontrado (o reencotrado
mejor) al hombre de mi vida, conseguir y renunciar a lo que pensaba era el
mejor trabajo, volver a cambiar una y otra vez de empleador, y de amante…
Dos años de
búsqueda, en el amor, en lo profesional, en lo personal.
Dos años, casi 3
más tarde, me doy cuenta de que sigo buscando. Que no llegué a destino. Que a
veces el viaje no es placentero. Que la vida te pone y te vuelve a poner en los
lugares que más te molestan, porque no aprendiste.
Y yo, que estuve
en la facultad eternamente, aún odiando estar ahí adentro, creo que aplico en
la vida el mismo masoquismo… Volver a las cosas que hacen daño, que no gustan,
que molestan, para aprender bien aprendida la lección. Como cuando daba examen,
que si no me sabía los apuntes y los textos de memoria, no me quería presentar…
Por eso no es
raro que elija volver a escribir hoy, un lunes tan lunes, que es
insoportablemente lunes. A lo mejor leyendo lo que me molesta, pueda verlo
objetivamente, y aprender de una buena vez qué es lo que tengo que aprender.
Mientras tanto,
miro por la ventana el río, sonrío porque hay un sol hermoso, y espero que pase
el vendaval interno…
Feliz inicio de
semana!