lunes, 14 de junio de 2010

De las rachas

Hace unos días comentaba cómo las cosas nunca vienen solas, ni las muertes de los famosos, ni las cosas que se rompen en la casa, nada nada viene solo. Y la miseria ama la compañía.

Este fin de semana tuve de todo, desde complicaciones de salud familiares, cancelaciones de deptos que iba a ver para comprar, y hasta Messi le erró a un gol que era imposible por culpa de la maldita Jabulani...

Pero el festival de cancelaciones empezó con la cancelación de una cita. Cita convocada por él, no por mí. Encuentro propiciado por él, no por mí. A ver si se entiende: Nadie lo fue a buscar, vino solito. Y por segunda vez en menos de dos semanas, canceló a último minuto...

Y por supuesto, este evento abrió las compuertas de la desgracia canceladooooraaaa: El viernes, la cita, el sábado, la visita a un depto y la salida de la noche (justificadísima por mi amiga Vir, que tenía que ver a un amigo que se va a vivir afuera), el domingo me cancelaron la visita de un depto para el lunes... Si me cancelan algo más, me incazzo, pero MAL.

Sépanlo, hombres, no se busca a una señorita para cancelarle el encuentro una hora antes. No es educado, no es caballeroso y nos deja re contra re calientes (no en el buen sentido precisamente) por unos cuántos días. Así que, la próxima vez que me invites a nada, asegurate que no tengas nada pendiente, que no te salga un programa imprevisto, que no se te muera el canario ahogado... porque después, como las cosas no llegan solas, me llueven el resto de las cancelaciones... OK?

He dicho.

No hay comentarios: