martes, 20 de agosto de 2013

De las calabazas...

Había una vez una princesa en un reino cercano. Desde pequeña le enseñaron a ser princesa con las lecciones sacadas de los cuentos de Blancanieves, la Bella Durmiente, Cenicienta, y otras que más tarde conocería gracias a Disney...

A una tierna edad conoció a su primer sapo, lo besó, por breve tiempo se convirtió en príncipe, pero como en otros cuentos, luego de un tiempo se volvió calabaza, pasadas sus 12... Y así pasaron los años,  los sapos, las calabazas...

El problema de la princesa era que algunos sapos eran más bien escuerzos, de esos que son levemente venenosos, y quedó intoxicada. Cada nuevo sapo, en vez de pensar en la posibilidad de un amor lindo, le daba dolor de estómago, ansiedad, angustia. Pensaba "otra vez se convertirá en calabaza, y me dejará ese sabor amargo en el alma?"

Dice la historia que aún sigue esperando que el príncipe no se transforme en calabaza...

lunes, 1 de julio de 2013

De aprender...

Escribir siempre fue para mí una salida catártica a mis problemas. De chica, cuando algo no andaba bien en casa, de adolescente cuando los amores ya comenzaban a ser difíciles, de grande cuando la vida se pone densa o demasiado hermosa…

En los últimos dos años pasé por todo: creer que había finalmente encontrado (o reencotrado mejor) al hombre de mi vida, conseguir y renunciar a lo que pensaba era el mejor trabajo, volver a cambiar una y otra vez de empleador, y de amante…

Dos años de búsqueda, en el amor, en lo profesional, en lo personal.

Dos años, casi 3 más tarde, me doy cuenta de que sigo buscando. Que no llegué a destino. Que a veces el viaje no es placentero. Que la vida te pone y te vuelve a poner en los lugares que más te molestan, porque no aprendiste.

Y yo, que estuve en la facultad eternamente, aún odiando estar ahí adentro, creo que aplico en la vida el mismo masoquismo… Volver a las cosas que hacen daño, que no gustan, que molestan, para aprender bien aprendida la lección. Como cuando daba examen, que si no me sabía los apuntes y los textos de memoria, no me quería presentar…

Por eso no es raro que elija volver a escribir hoy, un lunes tan lunes, que es insoportablemente lunes. A lo mejor leyendo lo que me molesta, pueda verlo objetivamente, y aprender de una buena vez qué es lo que tengo que aprender.

Mientras tanto, miro por la ventana el río, sonrío porque hay un sol hermoso, y espero que pase el vendaval interno…


Feliz inicio de semana!

lunes, 25 de febrero de 2013

De cómo retomar una buena costumbre...

Desde chica escribir siempre fue un buen ejercicio. Bueno para las neuronas, bueno para el alma, bueno para el corazón...

A veces el trabajo y la vida cotidiana te impiden ocuparte de lo importante, y solo podés ocuparte de lo urgente. Otras la fiaca no te da tregua, te atrapa y no te suelta. Un buen libro en la cama, o mirar tele desde el cómodo sofá es más cómodo que hacer introspección y ponerse a escribir.

Y a veces, como ahora, las palabras fluyen desde el cerebro o desde el alma y se deslizan directo hasta los dedos y de ahí al teclado y a la pantalla... Tal vez sea la necesidad de poder poner negro sobre blanco o sacar para afuera todas las cosas que adentro estorban, hacer lugar para cosas nuevas.

Hace un par de fines de semana que le dedico unos ratitos a revisar mi casa y tirar o poner para regalar cosas que ya no sirven, no uso, están gastadas o ya no me gustan. Debiera ser así de simple para el alma. O los recuerdos. Contemplarlos, decidir si son de esos que te calientan el pecho en días de frío o de esos que no vale la pena recordar nunca más.

Logré hacer eso con algunos recuerdos. Pero a veces los recuerdos o las personas que los evocan, vienen sin que los llames. Hace unas semanas reapareció desde las tinieblas, una persona que me hizo mucho daño. Esas que no sólo traicionan en los sentimientos, sino que traicionó mi confianza y me estafó.

Volvió como si nada hubiera sucedido, como si nuestra falta de contacto por más de 15 años se debiera a que simplemente dejamos de hablar... Volvió porque necesitaba saber que no le guardaba rencor, quería volver a retomar el contacto.

No soy rencorosa, si lo fuera, las cosas que no hubiera hecho para hacerle la vida imposible... Pero tampoco soy la Madre Teresa. Le respondí su mail, deseándole una buena vida, una buena reflexión y que ésta lo llevara a buen puerto. Pero de volver a hablar, no, gracias. Sos mi pasado, ya no tenés cabida en mi presente. Che Dio ti benedica, diría Zucchero.

Por lo general, estas irrupciones del pasado, agitan todas las cosas que andan dando vueltas... No fue una buena semana. Pero, como siempre, las opciones son dos: Podés regodearte en el dolor, en lo que no fue, en lo que perdiste, o ponerle "Actitud Tacos".

Qué es "Actitud Tacos"? Es esa actitud que hace que te vuelvas a subir a los tacos más altos que tenés, te pares derecha, y camines por la vida con una nueva sonrisa, esa que dice, sí, la pasé mal, pero estoy acá, parada sobre estas dos piernas, estos tacos divinos y sigo siendo yo. Nadie me saca lo que no quiero que me saquen.

Así que acá estoy, de nuevo en el ruedo, hoy sobre chatitas, pero de piel y charol, y retomando esa sana costumbre que es escribir.

Y ustedes, qué actitud tienen cuando hay que ponerle onda a la vida?