jueves, 4 de febrero de 2010

De qué pasa cuando no me voy de vacaciones...

Este año decidí que, en vistas a mi reunión de 20 años de egresada del colegio, me iba a tomar mis tres semanas de vacaciones en julio.

Me tomé el fin de semana largo de fin de año para irme a Mar del Plata y esperaba que esos 4 concentradísimos días sirvieran para tirar hasta la Semana Santa. Más allá de que ese fin de semana la pasé genial y me desenchufé como si fuera una semana en vez de 4 días, la cosa es que hoy, 4 de febrero me encuentro deseando, añorando unas vacaciones cortitas, mínimas, aunque sean de minutos, para poder llegar sí a Semana Santa.

No es que no haga cosas para desenchufarme y descansar los fines de semana: pileta en casa de amigas (gracias Fifu), salidas al cine, teatro, siestas interminables... Pero dónde está la playa? Dónde una hamaca paraguaya para dormir bajo el cocotero? La piña colada en la pileta? Eh?

Todavía no inflé la pileta de casa (1 metro de diámetro, 20 cm de profundidad -o eran 15?-). A lo mejor es eso, el tener que bancarme el calor y los mosquitos en la ciudad de la furia, sin siquiera mojarme las patas cuando salgo de la oficina... Tal vez sea la nostalgia de las playas doradas o blancas o el color que te guste punto com de Costa Rica... Lo que sé es que tengo unas ganas incontrolables de tomarme vacaciones. YA!

Y ustedes qué decidieron hacer con su verano?

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