miércoles, 28 de abril de 2010

De los viajes 2

Alguien alguna vez dijo: "El infierno son los demás"

Nada más cierto cuando se viaja en avión con niños. Sentados en el asiento de atrás tuyo. Que temen volar. Y que te patean el asiento cada 5 segundos. Y lloran. Y son dos. Hermanitos.

Claro, peor hubiera sido la travesía en barco, 3 horas, con tormenta, y los niños: llorando, vomitando y corriendo como desaforados... Ah, no es cierto, esa ya la pasé también.

Cuando Pipo Pescador cantaba "el viajar es un placer que nos puede suceder" solo pensaba en el auto de papá, nunca en estas escenas dantescas, que hacen que el más paciente se convierta en un Herodes cualquiera... Confieso que yo soy de las que menos paciencia tiene y que cuando los niños son completamente ajenos (no mis sobris o ahijada), los sometería a todos a viajar en bodega - no importa si es en barco o avión eh...

Claro que hilando más fino, se puede argumentar que la culpa no es de los niños, sino de sus padres, que no les ponen límites, que los dejan gritar desaforados, que ya - inmunizados de sus monerías y tropelías - no los ven ni los escuchan. A los padres los ataría de las alas de los aviones o les daría un par de esquíes de agua para viajar atados a una soga, a unos 100 metros del barco...

Me van a decir que soy una intolerante, que es porque no tengo hijos, que no siempre se los puede controlar. Tienen razón. No lo niego. El infierno son los demás. A veces los demás soy yo.

Cuáles son sus infiernos?

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