viernes, 26 de febrero de 2010

De los cautivos 2

Este es el post del que hablaba antes. El entrenador no murió en ese incidente, solamente lo dejaron un poquito machucadito... De todos modos, muchas cosas tienen la misma vigencia.

Cuando era chica soñaba con ser una émula de Jacques Cousteau… dar vueltas al mundo explorando los recónditos rincones de los océanos, buceando con ballenas, delfines y aguas vivas… Por eso la noticia de que un entrenador del SeaWorld de Orlando fue arrastrado por una de las orcas hacia el fondo de la pileta por un minuto, en el fondo, me arranca una sonrisita.

Claro que también pienso que en parte este tipo de lugares ejercen una labor pedagógica: los millones de niños y adultos que año a año han educado estos shows no pueden pasar desapercibidos. Creo que existan pocas personas que hoy en día crean que la orca es realmente una ballena asesina (a menos que no seas un lobo marino y que una orca se haya comido algún miembro de tu colonia… y que no sepas que en realidad la orca es un delfín grandote)

Pensaba en cómo puede una profesión, un trabajo, convertirse de un momento a otro en una cosa peligrosa. El entrenador salió con apenas un metatarso quebrado y un susto no despreciable. Cuando uno trabaja con un animal que pesa 6 toneladas y mide 6 metros, el trabajo se torna impredecible. Por más inteligente y sociable que sea la criaturita, sigue siendo un animal salvaje que pertenece al océano, no a un estanque. Pero esta reflexión no es sobre la libertad de las orcas…

No hace falta trabajar en un acuario para sentir que a veces nos sacan el aire por un minuto. O pensar que nuestro ambiente de trabajo está lleno de “pesados”. Todo trabajo conlleva sus riesgos. Sus consecuencias… Sólo algunos afortunados pueden darse el lujo de ir por la vida sin profesión alguna. El resto tenemos que dedicarle unas ocho horas diarias a empujar un lápiz para llegar a fin de mes, cuando llegamos…

Qué diferencias hay entre el entrenador y cualquiera de los comunes mortales que nos sentamos detrás de un escritorio de lunes a viernes, o hasta sábados? No muchas. La primera que se me ocurre es que seguramente la pasión y el amor del entrenador por su orca dista mucho por lo que sentimos por nuestra computadora. Conozco pocas personas apasionadas por una planilla de Excel o por una presentación. Siempre hay casos, y francamente los envidio. Otra que nosotros no usamos trajes de neopren para venir a la oficina. Claro que si el clima sigue cambiando, tendremos que empezar a pensarlo. Tampoco le damos trozos de pescado a las personas que hacen un buen trabajo alrededor nuestro (menos mal).

Pero pensemos en las semejanzas: Qué diferencia hay entre una orca que te arrastra al fondo de un estanque con ciertos tipos de jefes que te arrastran hasta las profundidades del abismo del razonamiento? De los que te hacen bucear en el abismo de la desinformación? De los que te dejan sin aire y sin palabras a la hora de la devolución de las evaluaciones? No terminarás con el metatarso roto, pero que te rompen algo, siempre es cierto.

Cautivos de una orca, cautivos de un escritorio… Al menos el entrenador no se maquilla a la mañana para venir a la oficina. Ni se pasa la planchita por el pelo. Tal vez ni se afeite.

Quiero mi orca ya!!!

1 comentario:

Nanita dijo...

Ajajajajaja, tengo una en casa que me gané en sea world en el año 91 pasá a buscarla cuando quieras!
:)