martes, 26 de abril de 2011

De los viajes 5

Hace una semana estaba terminando de preparar las valijas en casa, luego lloriqueando en Ezeiza, luego comprando mi tercer regalo de cumpleaños en el free-shop, luego subiendo al primer avión, y tomando la firme decisión de deshacerme con el despegue de todo lo que me hacía mal...

Mientras el avión despegaba y las ruedas se separaban de la tierra intenté hacer un simple ejercicio de visualización: todo el dolor de las últimas semanas, todo el llanto, toda la tristeza, se quedaba en el pavimento de la pista, nada de esto me seguía en mi viaje.

Creo que en parte lo logré. O tal vez sean las cantidades industriales de chocolate suizo que estoy comiendo desde que llegué... Porque si algo los libros de Harry Potter entendieron bien es que el chocolate es lo mejor que hay para mejorar los síntomas de tristeza y desesperación (sólo para entendidos en magia y curas contra Dementores).

Mi primera semana transcurre en la deliciosa frontera entre Francia y Suiza. Un pueblito llamado Divonne Les Bains, porque tiene aguas termales. No me privé de nada: de un lado y otro de la frontera visité la riviera suiza, mercaditos de frutas, verduras, pescados y la región donde nació el queso Gruyere.

En mi visita al mercado en Divonne entendí por qué estamos tal lejos de llegar a ser lo que es esta gente. En nuestros mercados callejeros, como mucho, te pueden convidar un mate en un puestito. Acá en los puestos de pescado te ofrecen la posibilidad de comer ostras con champagne... O sea... Qué duro que va a ser volver...!

En sus viajes, qué fue lo más distante de nuestra realidad que se encontraron?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ay al leer esto me vinieron unas ganas de viajar!
Estoy viendo si consigo pasajes baratos a algun lado... ya hace tanto que no viajo que siento que no puedo responder tu pregunta!!