lunes, 21 de abril de 2008

Controles, colas y descontroles

Sigue la saga del viaje de fin de año...

Llego nuevamente a la zona de control, la cola ahora es interminable. Y eso que se cancelaron dos vuelos a USA. Por supuesto que están los avivados de siempre, te pasan por encima, ohm ohm, nada me importa. Me voy de vacaciones imbéciles, mátense, tengo todo el tiempo del mundo, porque a diferencia de ustedes, vine temprano, salames.

Finalizo la enésima cola para finalizar el trámite de migraciones, y el beneficio de pertenecer me deja usar el salón Centurión de Amex. Nunca había estado antes. ¡Qué desilusión! Le hace falta una lavada de cara urgente. Y un test pre ingreso para las hordas de infelices que entran. Detecté al menos tres tipos de especies: los ejecutivos que por su condición de tales creen que es lícito hablar por celular a los gritos paseando por todo el salón; los nouveaux riches que también se comunican con sus parejas a los gritos para hacerte notar que ellos también están en el VIP con su auricular bluetooth colgado de la oreja, como si ello fuera un detalle de clase; las familias Telerín, con sus miles de críos infernales que piden a los gritos que los lleven al baño a hacer caca.

Como decía mi abuelita, no hay nada peor que un piojo resucitado... 

5 comentarios:

ann dijo...

que feo , que feo, que feo, que te encierren en esa caja infernal!!!!

Paula Cautiva dijo...

Ann,
Si el infierno existe, es algo parecido...

Siesta escandalosa dijo...

Debe haber pocas cosas peores que la incomodidad. A ver... Creo que las heridas y el aburrimiento. Y alguna otra que se después se me ocurrirá porque me colgué leyendo y llego tarde a trabajar.

Anónimo dijo...

la parte ploma de viajar
cariños
a

Paula Cautiva dijo...

El destino se ve siempre más lejano cuando pasan estas cosas, y no te cuento de los niños en el avión.